sábado, 4 de septiembre de 2010

Carlos Barral, poeta y editor.


Ser el gato,

hacer un esfuerzo y ser el gato

transitorio del alba y en la cumbre

del mundo transitado, y presumible.

Esta naciente madrugada me arrolla un pensamiento alentador, Carlos Barral. Sí, lo sé, es un atrevimiento limitar a uno de los grandes poetas de la generación del 50 como un simple resquicio de aliento o la imagen de un esperanzado deseo, pero para mí es inevitable trazar junto a él un paralelismo llamativo. Sé también que algunos me atropellarán y dirán de mí que poseo una falsa modestia o que carezco de humildad, pero hoy ya es inevitable transcribir las ideas que pasan veloces por el teclado directas a este blog.
¿Editor o poeta? Ante muchos he defendido estos dos últimos años mi condición de poeta por encima de la editor, a la que llegué de manera fortuita y sin apenas esperarlo. Es duro, cualquiera puede imaginarlo, luchar contra la corriente para hacerse un hueco dentro de este mundo literario lleno de tantos grandes egos y de tantas incoherentes envidias, uno trata y ha tratado siempre de dirigir su poética con los ánimos necesarios, templados o no, para que se le reconozca su derecho a la inocencia, pues qué es si no la poesía, maravillosa interpretación en boca de Julio Rivera Cross: la poesía es la inocencia en este mundo. Y por tal uno tiende sus manos y alza la voz frente a los que quieren escuchar, aquellos los de entonces, que parecen no ser ya los mismos (jarro de agua fría de un excepcional Neruda).
Yo, el de entonces, no sé si soy el mismo de hoy. Los dos últimos años me he entregado a un proyecto hermoso que me permite disfrutar la poesía desde ambos lados del espejo, pero, ¿disfrutar de esta dualidad literaria le fuerza a uno a permanecer al otro lado del río? No.
Soy poeta, efectivamente, aun para aquellos que ignoran que mis versos se derraman ya por las páginas de varios libros. Soy editor, para aquellos que no vieron que más allá de mis versos me he sostenido también en la cadencia de las palabras de otros poetas no muy lejanos. Y no me corten por favor la mano derecha, que aun siendo zurdo la diestra es capaz de manejarse, ni dejen mi izquierda ciega, pues sin su compañera los abrazos serían menos.
Carlos Barral. Poeta grande, editor grande. Descubridor de autores como Cortazar o Mario Vargas, entre otros.
Yo no sé a dónde me conducirá La Compañía de Versos, no sé si su nombre se hará grande o hará grande el nombre de otros compañeros, pero hoy por hoy me cansé de decir que yo antes era poeta, que lo sigo siendo, antes que editor o fotógrafo o lo que ustedes quieran. Soy poeta-editor, editor-poeta, como ustedes quieran, pero ante todo INDIVISIBLE.

1 comentario:

  1. Por qué conformarse con solo ser una cosa cuando se pueden ser muchas. No hay que definir el viento, que es aire, oxigeno, brisa cálida y refrescante aliento. Así se me antoja que eres, como el viento, incontenible e indómito.

    ResponderEliminar