domingo, 19 de junio de 2011

El arca de los idumeos

Bienvenido a la tierra de Uz,
este es el lugar donde las balandras
engañan al Mar Muerto,
donde las quillas destrozan el polvoriento y mermado suelo,
donde los profetas queman las estrías agudas
del hambre
para mancillar las costillas del ganado.

Bienvenido al reino de Edom,
tú que partes desde más allá de los agrios reinos bíblicos,
aquí la piedra es el testamento óseo de los hijos,
aquí el pasto es la repudia de la mujer
que copuló engañada a la noche.

Bendito tú que besas los pies del monte Seir
y arrastras en tu boca la profecía
contra los hombres
hijos de Job.
A ti diré

orgulloso,

que bajo esta esfera diáfana
encontrarás la séptima casa de Dios.

(De mi libro inédito Jardín yo soy que la belleza adorna.)

martes, 7 de junio de 2011

Compra on line de "Oxidaciones".

Y como lo prometido es deuda, os doy a todos aquellos que me preguntáis cómo comprar mi poemario Oxidaciones, el enlace a una librería on line aragonesa desde donde podéis solicitarlo. Sólo tenéis que pinchar aquí. Gracias, nuevamente, por todo.

lunes, 30 de mayo de 2011

"Oxidaciones" y Zaragoza.

"Me he pasado toda la vida organizando actos para poetas y ahora que el protagonista soy yo, me siento muy pequeño". El andaluz Víctor Alija presentó ayer su poemario Oxidaciones con el que ganó el Premio de Poesía Ciudad de Zaragoza. [...] Alija, que se mostró "muy agradecido" recordó, a la vez que leía algunos de sus poemas, que cuando engendró la obra, en el año 2007, estaba "atravesando un momento de cambios".

Así me sorprendió el desayuno en el Hotel Alfonso de Zaragoza el Periódico de Aragón el pasado 29 de mayo. Creo no obstante que he de puntualizar que en el acto de presentación del premio mis palabras exactas fueron "He pasado los dos últimos años de mi vida participando en los actos y recitales de otros poetas y ahora que el protagonista soy yo, me siento muy pequeño". Creo justo y necesario hacer inciso en ello puesto que muchas de estas ocasiones son actos no organizados por mí. Punto y aparte os cuelgo este post con la satisfacción de poder compartir con vosotros el XXVII Premio de Poesía Ciudad de Zaragoza que me han otorgado con la obra Oxidaciones. Fin de semana bello, con esa sensación final de cuento de la Cenicienta (a mí el AVE se me convirtió en una calabaza una vez comencé mi regreso a Granada). Pero satisfecho con este reconocimiento a mi trayectoria profesional. Mi más sincero agradecimiento a Zaragoza y a quienes me siguen a través de mis escritos. En cuanto sepa dónde y cómo podéis conseguir el libro os lo comunicaré rápidamente. Gracias.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Putas bocas.




Algunos creen
que sólo te quedaba
el nombre que te dieron al nacer.

Y creen
que tu piel
era el dolor adherido a los huesos.

Es tiempo de destruir
el estigma
de esa culpa que urdieron las bocas,
bocas limpias,
bocas sanas,
bocas puras,
putas bocas.

Algunos creían que sólo me quedaba el nombre, esa palabra con forma de llave antigua, de partitura para la cerradura de un arcón, de candado oxidado para la melodía del violín, el nombre… mi nombre, el que abrió el útero de la mujer para darme vida. Pero para quienes no entiendan que el nombre no es lo último que nos queda, que no es el remolino de hojas caducas y apagadas al final de un callejón, sino que es todo lo que podemos tener, la piedra firme que nos talló la vida ingenua y respondona, la vida falaz y zalamera, la vida amable y delicada, la vida colorida y despreocupada, la vida, en definitiva. Para aquellos, dije, van dedicadas estas bocas limpias, estas bocas sanas, estas bocas puras, putas bocas, que la extremeña Dulce Chacón dejó ya escritas sobre Cuatro Gotas. Porque lo que urde el ladrón bajo la creencia de su igualdad con el resto del género, no debe de ser más estigma que el de su propia muerte, muerte romántica que no literal, pero con igual, una muerte donde la cabeza no encuentre más verdad que las piedras que lapidan su extinta miopía. Pero el tiempo es sabio, aprendió de la vida mucho antes que Confucio diera sus primeros pasos, y ante el asombro estúpido de todos aquellos que creyeron la venenosa verdad del que opera sus ojos, el tiempo -solemne- escribió mi nombre sobre el cristal empañado de sus gafas, cuanto menos faltas de una buena fregada. Y resulta que quizás mi silencio alimentó la destrucción del estigma al que las bocas me sometieron durante un año. Ahora no se trata de vanagloria, pero quizás, si no quieres recordar en demasía mis letras sobre tu rostro, es hora de colgar nuevas lentes sobre tu hocico. Amén.

miércoles, 12 de enero de 2011

Pájaros... entre las estrellas y yo.


Pájaros, cantar, cantar,
entre las estrellas y yo.
Ser como el latido
de la sangre de mi corazón.

Pájaros, mecer mi sangre,
en las copas oscuras
que aún sonroja, arriba, el sol.

Hubo también un tiempo, mucho antes Stephanie Meyer y su saga insaciable de "Crepúsculo", donde seres alados mecían la sangre de un poeta entre la tierra y el cielo. También llevaba (y lleva aún) por nombre el archiconocido "Crepúsculo". Pero este, humilde y esperanzado, se escondía delicadamente entre otras muchas hojas y escritos de su autor. Yo lo descubrí con apenas quince o dieciséis años. Lo creí incluso perdido de mi biblioteca entre tanta mudanza y tanto camino breve y largo a la vez. Pero esta mañana decidió amanecer brillante, acompañado y casi desapercibido entre "El collar de la paloma" y "La casa de Bernarda Alba". Este, que comienza mi breve texto, es el "Crepúsculo" de Juan Ramón Jiménez. Un recuerdo de una tarde de invierno de hace tantos años en el que leí en la correcta caligrafía de Juan Ramón este pequeño lamento pidiendo casi a gritos un mundo brillante por encima de la oscuridad vacía del ser humano. Es uno de los pocos poemas que he memorizado a través del tiempo. Y hoy, casi reencarnado, se me abre dichoso después de tantas alegrías y de tantas desesperaciones, sintiendo, casi dolorido, el machacado latido del poeta onubense dentro de mis propias venas. Y quizás yo, hoy, como él, me pregunte si los pájaros serían capaces de transportarme libre, por encima de las copas oscuras que dibujan los hombres, para averiguar que mis sueños siguen estando allí, bajo la sonrisa del sol, aunque la maldad de algunos sea capaz de enturbiar el canto del universo e, incluso, de cortar las alas de quienes queremos volar.

lunes, 13 de septiembre de 2010

River deep, Mountain high.


¿Todo vale? Y a cambio de qué el valor se pierde y ya no queda más que la gris y agria falsedad. ¿El orgullo todo lo puede? Y qué valor tiene el orgullo cuando se muestran las plumas vanidosas agitándose con sus vaivenes mientras la cabeza permanece enterrada a dos metros bajo tierra.
El grandioso Phil Spector, ese que allá en la década de los sesenta inventara lo que se denominó como el muro de sonido, el productor ansiado y venerado por todos los artistas que proclamaban a los cuatro vientos sus conquistas en las listas de éxitos, aquel que ahora no es más que un anciano decrépito oculto tras las rejas de alguna prisión perdida en Estados Unidos por asesinar a una joven a punta de pistola, ese Phil Spector magnífico –decía- escribió en una de sus más celebradas letras when you were a young boy did you have a puppy that always followed you around. Un perrito que te seguía a todas partes, allá donde fueras, para celebrar cada paso, cada palmada, cada voz, cada locura… Y yo me pregunto, ¿realmente eso es lo que somos a los ojos de determinadas personas? ¿Perros fieles capaces de seguir al amo hasta el infinito y más allá sin rechistar? Y cuando llegue el triste momento de mis ladridos, ¿me abandonarás a la izquierda de aquella gasolinera de carretera, a los pies de la cuneta?
En algún momento de aquella vieja canción quizás hubieras deseado que te cantara well, I'm gonna be as faithful as that puppy, no, I'll never let you down para hacerte sentir plena, viva, orgullosa… Pero resultó que como la ama que creíste ser de este perro, tu vara de mando se convirtió en la fusta de tus sueños. Porque no todo vale, porque aquello que se viste con la palabra valor esta por encima de la falsedad y de los giros y requiebros emocionales en los que algunos o algunas intentan encadenar al resto. Y ahora te asombrarás de estar sola. Sola y perdida. Sola y humillada. Sola, sin los faustos que te corresponden. Sola y sin dinero. Sola y sin amistad.
Porque si de ti hube de aprender algo que sea no de tu vanidad, sino de tu orgullo. ‘Cause it goes on and on like a river flows, and it gets bigger -baby- and heaven knows, and it gets sweeter -baby- as it grows.
Y mi orgullo querida amiga, es profundo como un río y alto como una montaña.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Los sueños de Karmelo C. Iribarren. O los míos…


Se acaba la semana, lenta y paulatinamente. Es ahora, el ahora de meditar las horas dejadas atrás y los días que comenzaron naciendo doblemente, con la semana y con un nuevo mes. Y te das cuenta que quisiste hacer esto y hacer aquello y que inevitablemente este es ya el septiembre número treinta y uno en el que el sol del verano empieza a despedirse y donde la colcha francesa que viste la cama de forja comienza a vestir los pies de uno en las noches que ya se clavan por entre las costillas buscando un resquicio de calor humano. Y así, sin más, piensas en los sueños que el poniente barre en la orilla de una playa más y, fijando la vista en el horizonte, no sabes dónde quedaron los deseos y dónde las promesas cumplidas.

Lo fueron todo
y ya los ves
ahora,

abatidos por los días
iguales,

como pasquines en los charcos.

Vivir
se reduce
a esquivarlos.

Y las palabras de Karmelo hieren la retina y aturden el alma. Vivir se reduce a esquivarlos… Y en ese pleno y vano conformismo haces que me cerciore de tu billete de avión para mañana. Te vas. Te vas y vuelves. Y en los próximos tres días, abatido, se irá todo, como pasquines en los charcos. Y yo seré más consciente aún de la puerta que me lleve al piso treinta y dos, y esperaré. Porque vivir no se reduce a esquivar los sueños. Porque los sueños son, simplemente, hasta que el amanecer me despierte a tu lado.